miércoles, 4 de febrero de 2015
martes, 20 de enero de 2015
John Dewey (1859-1952)
Psicólogo, filósofo y pedagogo
Estadounidense. John Dewey fue uno de los grandes críticos del sistema
educativo Norte Americano. Su teoría estaba basada en el “aprender haciendo”,
él pensaba que se debía relacionar el aprendizaje con la experiencia, por eso
era un gran enemigo de la escuela tradicional y de la educación basada en la
memorización.
Fue el filósofo Norteamericano
más importante de la primera mitad del siglo XX. Desarrolló una filosofía
basada en la unidad entre teoría y práctica. Para él la Democracia era
libertad; dedicó prácticamente toda su vida a elaborar una argumentación
filosófica para fundamentar esta afirmación y aunque nunca dejó de enseñar
filosofía, sus opiniones filosóficas llegaron más bien a través de obras
destinadas a educadores, ya que, según Dewey, existe “una estrecha y esencial
relación entre la necesidad de filosofar y la necesidad educar”. Sus esfuerzos
por dar vida a su filosofía en las escuelas tuvieron ciertas controversias, las
cuales han llegado hasta nuestros días como fallos en el sistema escolar
Americano. Su mujer Alice Chipman, que fue alumna suya, fue quién más le
influyó sobre sus estudios de pedagogía, ella era maestra; fue al casarse
cuando Dewey empezó a interesarse activamente por la enseñanza pública. Es el
creador de lo que se denominó “una escuela experimental” para poder poner sus
ideas a prueba. Durante su estancia en Chicago (1894-1904) es cuando elabora
los principios fundamentales de su filosofía de la educación y cuando empezó a
proyectar el tipo de escuela que requerían sus principios.
Dewey pasó gradualmente del
idealismo puro al pragmatismo y al naturalismo, muy basada en la biología
evolucionista de Darwin y en el pensamiento pragmatista de William James y
cuestionaba los dualismos que oponen mente y mundo, pensamiento y acción, que
habían caracterizado a la filosofía occidental desde el S.XVII. Defendía una
teoría del conocimiento basada en “la necesidad de comprobar el pensamiento por
medio de la acción si se quiere que este se convierta en conocimiento”. Sus
trabajos sobre educación estaban centrados principalmente en estudiar las
consecuencias que tenía su instrumentalismo para la pedagogía y comprobar su
validez mediante la experimentación. Estaba convencido de que muchos de los
problemas de la práctica educativa de su época se debían a que estaban
fundamentados en una epistemología dualista errónea, por lo que decidió
elaborar una pedagogía basada en su propio funcionalismo e instrumentalismo. Decía que tanto adultos como niños son seres
activos que aprenden de su enfrentamiento con situaciones problemáticas y a
través de la propia experiencia. Afirmaba que el niño que llega a la escuela
“ya es intensamente activo” y no una pizarra en blanco; cuando el niño empieza
su escolaridad lleva en sí cuatro impulsos innatos: comunicar, construir,
indagar y expresarse de forma precisa. También lleva intereses y actitudes de
su hogar, de su entorno y del maestro es la tarea de utilizar esta “materia
prima” orientando las actividades hacia “resultados positivos” (Mayhew y
Edwards, 1966, pág. 41). Pero estas conclusiones teóricas tuvieron poco impacto
en la pedagogía.
Según Dewey, las personas
consiguen realizarse utilizando sus talentos, considera que la función principal de la educación es
ayudar a los niños a desarrollar un “carácter” –conjunto de hábitos y virtudes
que les permita realizarse plenamente de esta forma y afirmaba que las escuelas
norteamericanas no cumplían adecuadamente esta tarea. La mayoría de las
escuelas empleaban métodos muy “individualistas” que requerían que todos los
alumnos leyeran los mismos libros y recitaran las mismas lecciones. En estas
condiciones, se atrofian los impulsos sociales del niño y el maestro no puede
aprovechar el “deseo natural del niño de dar, de hacer, es decir, de servir”.
(Dewey, 1897a, pág. 64).
Dewey declaró explícitamente
sus objetivos didácticos, que se hicieron realidad en la práctica diaria de los
maestros con los que trabajó. Dewey, al igual que el más acérrimo de los
tradicionalistas, valoraba el conocimiento acumulado de la humanidad y quería
que en la escuela elemental los niños tuvieran acceso a los conocimientos de
las ciencias, la historia y las artes. También quería enseñarles a leer y
escribir, a contar, a pensar científicamente y a expresarse de forma estética.
En lo que se refiere a los temas de estudio, los objetivos educativos de Dewey
eran bastante convencionales, sólo sus métodos resultaban innovadores y
radicales, pero esos objetivos, por convencionales que fuesen, estaban
claramente enunciados. Por importante que fuera la Escuela como campo de
experimentación de la psicología funcional y el pragmatismo de Dewey, todavía
fue más importante como expresión de su ética y su teoría democrática.
La filosofía de la educación
de Dewey fue objeto de un fuerte ataque póstumo durante el decenio de 1950 por
parte de los adversarios de la educación progresista, que le hicieron
responsable de prácticamente todos los errores del sistema de enseñanza pública
norteamericano. Aunque sus consecuencias reales en las escuelas de los Estados
Unidos fueron bastante limitadas y los críticos conservadores se equivocaron al
asimilarlo a los progresistas, a los que el propio Dewey había atacado, se
convirtió en un cómodo chivo expiatorio para los “fundamentalistas”,
preocupados por la disminución del nivel intelectual en las escuelas y por la
amenaza que esto suponía para una nación que se encontraba en guerra fría
contra el comunismo.
Aunque tal vez haya en cada
distrito escolar norteamericano por lo menos un maestro de la enseñanza pública
que ha leído a Dewey y que trata de enseñar siguiendo sus principios, sus
críticos han exagerado su influencia. Su legado reside menos en una práctica
que en una visión crítica. La mayoría de las escuelas están lejos de ser esos
“lugares supremamente interesantes” y esas “peligrosas avanzadillas de una
civilización humanista” que él hubiera querido que fuesen (Dewey, 1922, pág.
334).
sábado, 29 de noviembre de 2014
La pedagogía y la cultura escolar en la época franquista
La pedagogía
y la cultura escolar en la época franquista
Fue el levantamiento fascista de 18 de Julio de 1936
el detonante de que la educación hasta ahora de calidad, moderna, de
secularización y de lucha contra la iglesia que se instauró en la República
sufriese el mayor retroceso de la historia de la educación en España. En esa
época los maestros no afines al régimen son asesinados, exiliados e
inhabilitados de las escuelas, la represión franquista depuró cerca de 60.000
maestros por lo que la escasez de docentes se hace evidente, estos empiezan a
ser sustituidos y para ocupar sus vacantes el régimen convoca las llamadas
"oposiciones patrióticas" a las que sólo podían presentarse excombatientes,
excautivos y mutilados de guerra. Se
organizó una depuración político-profesional de todos los cuerpos docentes.
Todos los profesores y maestros fueron sometidos a un expediente de depuración
como paso previo para confirmar o no sus derechos profesionales. Quienes no
superaron el expediente con total limpieza fueron sancionados de formas
diversas y en los casos más extremos fueron separados definitivamente de la
enseñanza. Los expedientes eran unos
cuestionarios rellenados por el alcalde de la localidad, el cura párroco, el
jefe de puesto de la Guardia Civil y un ciudadano de 'entidad relevante'. Con
todo este material, la Comisión emitía su dictamen. El motivo de esta persecución, era garantizar que en
las escuelas de la nueva España no hubiera maestros que enseñasen nada
contrario a los fundamentos del nuevo régimen.
Pero la depuración garantizaba además otras cosas: creó vacantes para
poder colocar a personal adicto y tenía una función intimidatoria; incluso aquellos que habían pasado por la
depuración sin problemas sabían a lo que se exponían si se alejaban de lo que
el régimen esperaba de ellos, por lo que todo da un giro radical, no solo en el
profesorado, también va a cambiar radicalmente el modelo de enseñanza. De las teorías
de la Institución Libre de Enseñanza
fundada por Francisco Giner de los Ríos, de las que había bebido la educación
republicana, se pasó a la escuela nacional-católica caracterizada por el
integrismo desde el punto de vista religioso, la autoridad, la jerarquía y el
patriotismo, se suprimen por tanto el laicismo, la coeducación y la enseñanza
de otras lenguas que no sean el castellano, se impone la religión como
asignatura obligatoria, y las clases pasan de ser mixtas a separarse a los
alumnos por sexos, también las ratios sufren un considerable aumento. Se
censuran muchos libros de texto, denominados
`libros prohibidos’ tales como obras maestras de la literatura y del
pensamiento científico español y universal, desde el siglo XV a nuestros días,
autores como Huarte y Vives, Larra y Espronceda, Galdós y Valle Inclán,
Jovellanos y Floridablanca, Machado y Blasco Ibáñez y tantos otros artífices que
habían expresado en su obra el amor al hombre, ensalzando el progreso y la
cultura, cantando las gestas del pueblo frente al invasor extranjero,
fustigando a la reacción o difundiendo entre el pueblo las ideas democráticas,
republicanas y socialistas. En las escuelas se declara un libro único de
lectura como guía de enseñanza patriótica denominado “ Libro de España” y será
obligatorio en todas las escuelas de
primaria, aunque con este título llegaron a editarse varios libros parecidos,
pero al final, distintos, por diversas
editoriales. Posteriormente serán encargados al Instituto de España libros de
texto únicos y obligatorios para cada materia y libros de lectura para los
distintos grados de Primaria, entre ellos las antologías de textos literarios en
español; pero de estos libros sólo fueron distribuidos unos pocos porque las
editoriales protestaron, por lo que se autoriza la venta de libros de texto de
Primaria pero pedagógicamente recomendables, es decir, patrióticos y adictos a
la ideas del régimen franquista. Está claro que
catolicismo y patriotismo son las dos claves del régimen franquista. Se
lleva a cabo un adoctrinamiento no solo a nivel educativo si no en todas la
facetas de la vida. El autoritarismo y los castigos físicos fueron muy frecuentes
en las escuelas, el déficit escolar, considerablemente reducido en la República, vuelve a aumentar en la
postguerra. Diariamente se izaba y recogía la bandera, se cantaban himnos como El cara al sol, en todas las aulas estaban
los retratos de Franco y José Antonio, y se celebraban fiestas políticas, como
"El día de la victoria", "el 18 de Julio", La fiesta de la
raza", y el "Día de la Hispanidad", y se hacían los respectivos
rezos y ejercicios espirituales.
La educación de la mujer bajo el régimen obedecía al papel que se quería para ésta como soporte del hombre, como reproductora, y como educadora para las nuevas generaciones de niños y niñas. De la mujer emancipada en plena igualdad de derechos con el hombre se pasó a una mujer menor de edad dependiente de este que debía obedecer a su ciclo vital como hija, esposa y madre. "La educación primaria femenina preparará especialmente para la vida del hogar, artesanía e industria domésticas". (Mayordomo, 1999: 258)
La educación de la mujer bajo el régimen obedecía al papel que se quería para ésta como soporte del hombre, como reproductora, y como educadora para las nuevas generaciones de niños y niñas. De la mujer emancipada en plena igualdad de derechos con el hombre se pasó a una mujer menor de edad dependiente de este que debía obedecer a su ciclo vital como hija, esposa y madre. "La educación primaria femenina preparará especialmente para la vida del hogar, artesanía e industria domésticas". (Mayordomo, 1999: 258)
A finales de la
década de los cincuenta en adelante con la alianza con los Estados Unidos y la
industrialización abren tanto el régimen hacia el exterior como ofrecen a la
mujer nuevas posibilidades laborales. El fenómeno del turismo con la llegada de
mujeres extranjeras ofrece nuevos modelos para las españolas. El sistema
educativo no puede escapar a estos cambios y por esa razón para equipararse con
su entorno más cercano en 1970 reforma los planes de estudios. La mujer, por
fin, empieza a tener un destino que no pasa exclusivamente por el hogar.

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